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domingo, 11 de octubre de 2015
Diario Be: El poder de un buen café
¿Sabes esos días en los que piensas que habría sido mejor no levantarte?
Hoy es uno de esos para mí, y solo me apetece gritar o romper cosas (preferiblemente sobre la cabeza de mi jefa, pero no se lo digas).
Joder, qué puñetero agobio... ¿Acaso cree que soy Spiderman y puedo atravesar la ciudad en diez segundos con mi tela de araña? Lo único que tengo esta mañana son legañas, y no son tan resistentes. Así que tendrá que aceptar que es imposible que me cruce Madrid entera varias veces para enseñar tres pisos en apenas cuarenta y cinco minutos. ¿Está loca o qué?
Pero cuando ya creía que el mundo se derrumbaba a mis pies y me engullía un hoyo profundo, va y aparece Gus con un café gigante de Starbucks (lo que quiere decir que llevaba de todo menos café, es decir, petadísimo de chocolate, vainilla y nata) y una sonrisa de oreja a oreja. De esas que me hacen sentir bien nada más verlas, sonrisas que son mejor que un chute de endorfinas. Mi amigo Gustavo tiene muchas de esas guardadas siempre para mí, o eso dice. La verdad es que siempre aparece en el momento oportuno y me ofrece su mano (casi siempre llena de comida, cosa que ayuda).
En fin... el día seguirá siendo duro, pero al menos el sabor del chocolate que se me ha quedado en los labios me recordará que hay pequeñas cosas en la vida que hacen que merezca la pena. Una de ellas es un buen café, por supuesto, pero sobre todo un buen amigo.
Gracias, Gus.
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Ay, Berenice, qué cosas te pasan, mi chica. Todavía no te conozco bien, pero en cuanto pueda me sabré tu vida y la tendré en mi estantería junto a las rosas azules :')
ResponderEliminarXXX OOO XXX
Qué bonita eres, me cagüen to. Gracias, amore <3 <3 <3
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